Faenando
Faenando
Frente al espacio de virilidad y expresión máxima de la masculinidad que es el verdeo, los almacenes eran – con todo lo que ello pudiera implicar a finales de sXIX— un ecosistema femenino. Para muchas mujeres el primer empleo es el de niña del suelo, recogiendo del suelo los tapones que se escapan de las aceitunas al quitar el hueso, con 13 o 14 años. Desde ahí podían ir cambiando de posición hasta el relleno o el escogido. Por norma general, la trayectoria y las condiciones del oficio del aderezo condenaba a las trabajadoras a jubilaciones anticipadas en condiciones físicas muy precarias provocadas por enfermedades profesionales. La faenera era el eslabón que sufría la mayor presión de toda la estructura, la posición con menor reconocimiento salarial de todo el proceso. Hacía de todo. Trasvasar, descargar, escoger, rellenar, requerir, cargar, preparar el pimiento, cocer aceitunas negras, limpiar, alimentar tolvas, controlar maquinaria, etc. A veces tenía que velar – trabajar toda una noche
